os biofertilizantes se han convertido en una herramienta esencial para la agricultura moderna, ofreciendo una alternativa sostenible y eficiente frente a los fertilizantes químicos tradicionales. Su uso no solo mejora la disponibilidad de nutrientes para las plantas, sino que también favorece la salud del suelo y la productividad a largo plazo. Al incorporar microorganismos vivos que interactúan con las raíces, los biofertilizantes estimulan el crecimiento vegetal, aumentan la resistencia a enfermedades y contribuyen a una producción más limpia y rentable. En este artículo aprenderás qué son, los tipos más comunes, sus beneficios y cómo producir biofertilizantes de forma casera para aplicarlos en distintos cultivos.
¿Qué son los biofertilizantes y por qué usarlos?
Los biofertilizantes son productos que contienen microorganismos vivos capaces de mejorar la disponibilidad de nutrientes para las plantas, favorecer la salud del suelo y potenciar la productividad agrícola de manera sostenible. Estos organismos, al interactuar con la rizosfera, estimulan el crecimiento vegetal y reemplazan o complementan el uso de fertilizantes químicos.
A diferencia de los fertilizantes sintéticos, los biofertilizantes no aportan directamente nutrientes en forma química, sino que promueven su liberación y asimilación a partir de fuentes naturales presentes en el suelo o en la materia orgánica. Esto los convierte en una herramienta clave en la agricultura orgánica y en la reducción del impacto ambiental de la producción agrícola.
Tipos de biofertilizantes
Biofertilizantes microbianos (Rhizobium, Azotobacter, Azospirillum)
Los biofertilizantes microbianos son preparados que contienen bacterias vivas capaces de fijar nitrógeno atmosférico y transformarlo en formas asimilables para las plantas. Entre ellos, el género Rhizobium es fundamental para leguminosas como frijol, soya, lenteja y arveja, ya que forma nódulos radiculares donde ocurre la simbiosis. Estos nódulos albergan bacterias que convierten el nitrógeno gaseoso (N₂) en amonio (NH₄⁺), que la planta puede utilizar directamente.
Por otro lado, Azotobacter y Azospirillum se asocian de forma libre o endófita con cultivos no leguminosos como maíz, trigo, sorgo y caña de azúcar, produciendo además fitohormonas como auxinas, giberelinas y citoquininas que estimulan el crecimiento vegetal.
Beneficios principales:
- Aumento de la disponibilidad de nitrógeno en el suelo sin recurrir a grandes dosis de fertilizantes químicos.
- Mejora del sistema radicular, lo que incrementa la absorción de agua y nutrientes.
- Mayor vigor inicial de la planta, favoreciendo una emergencia más uniforme.
- Reducción de costos de producción y menor impacto ambiental.
Aplicación recomendada:
- Inoculación de semillas antes de la siembra, usando adhesivos naturales como melaza o goma arábiga para fijar las bacterias.
- Aplicación directa en surcos o en trasplante, preferentemente en horas frescas del día.
- Evitar mezclar con agroquímicos incompatibles para no reducir la viabilidad bacteriana.
Ejemplo de uso: En el cultivo de soya, la aplicación de Rhizobium puede sustituir hasta el 80 % del nitrógeno que normalmente se aplicaría de forma química, aumentando el rendimiento y mejorando la fertilidad del suelo para la siguiente campaña.
Biofertilizantes micorrícicos
Las micorrizas arbusculares, pertenecientes principalmente a los géneros Glomus y Rhizophagus, son hongos beneficiosos que establecen una asociación simbiótica con las raíces de la mayoría de las plantas cultivadas. En esta relación, el hongo penetra en la raíz y desarrolla estructuras internas llamadas arbúsculos y vesículas, mientras que en el suelo forma una red de hifas finas que incrementan significativamente la superficie de absorción.
Gracias a esta red micelial, las plantas logran una mayor captación de fósforo, zinc, cobre y otros micronutrientes, elementos que suelen tener baja movilidad en el suelo. Además, las micorrizas mejoran la absorción de agua, lo que incrementa la tolerancia a períodos de sequía y reduce el estrés hídrico. También estimulan la producción de compuestos de defensa natural, contribuyendo a disminuir la incidencia de enfermedades radiculares como las causadas por Fusarium o Pythium.
Cultivos recomendados:
- Hortalizas: tomate, pimiento, cebolla, zanahoria.
- Frutales: cítricos, aguacate, vid, mango.
- Cereales: maíz, trigo, arroz.
- Ornamentales: flores de corte, plantas en maceta.
Beneficios clave:
- Optimización del uso de fertilizantes fosfatados.
- Mayor uniformidad y vigor en el crecimiento.
- Protección del sistema radicular frente a patógenos del suelo.
- Incremento de la calidad y rendimiento de la cosecha.
Aplicación recomendada:
Evitar el uso excesivo de fungicidas sistémicos que puedan afectar la viabilidad del hongo.
- En vivero: inocular el sustrato antes de la siembra para asegurar que la plántula desarrolle micorrizas desde su etapa inicial.
- En campo: aplicar el inoculante en la zona radicular al momento del trasplante o en surcos antes de la siembra.
Biofertilizantes de compost y humus
Los biofertilizantes de compost y humus de lombriz son enmiendas orgánicas obtenidas mediante procesos controlados de descomposición de materia orgánica. En el caso del compost, el material vegetal y animal pasa por una fase de fermentación aeróbica, alcanzando temperaturas que eliminan patógenos y semillas de malezas, mientras que el lombricompost se produce gracias a la acción de lombrices como Eisenia fetida, que transforman los residuos en un fertilizante estable y altamente nutritivo.
Estos biofertilizantes destacan por su alta carga de microorganismos benéficos —bacterias, hongos y actinomicetos— que mejoran la actividad biológica del suelo y favorecen procesos como la mineralización de nutrientes y la formación de agregados estables.
Principales beneficios:
- Mejoran la estructura del suelo, favoreciendo la aireación y la infiltración de agua.
- Aumentan la retención de humedad, reduciendo la necesidad de riego.
- Aportan nutrientes de liberación lenta, garantizando un suministro constante para las plantas.
- Estimulan la microbiota del suelo, creando un entorno más resiliente frente a plagas y enfermedades.
- Incrementan el contenido de materia orgánica, lo que mejora la capacidad de intercambio catiónico (CIC).
Cultivos recomendados:
- Hortalizas como lechuga, tomate, espinaca y pimiento.
- Frutales como aguacate, cítricos y papaya.
- Cereales como maíz, arroz y trigo.
- Ornamentales en macetas y jardines.
Aplicación recomendada:
- En almácigos: mezclar compost o humus con el sustrato antes de la siembra (20–30 % del volumen total).
- En campo: aplicar de 2 a 5 toneladas por hectárea antes de la siembra y mezclar superficialmente con el suelo.
- En plantas establecidas: colocar en la zona de goteo y cubrir con una ligera capa de tierra o mulch.
Ejemplo práctico: En cultivos de tomate bajo invernadero, la aplicación de 3 kg de humus por planta ha demostrado aumentar la producción en un 18 % y mejorar la resistencia a enfermedades como el marchitamiento por Fusarium.
Biofertilizantes líquidos fermentados
Los biofertilizantes líquidos fermentados son soluciones concentradas en nutrientes y microorganismos beneficiosos obtenidas a través de la fermentación controlada de insumos orgánicos como estiércoles, restos vegetales, melaza, minerales naturales y cultivos de microorganismos eficientes (EM). Este proceso, que puede durar entre 15 y 45 días según la receta y temperatura ambiente, descompone la materia orgánica en compuestos fácilmente asimilables por las plantas.
Entre los ejemplos más comunes destacan:
- Biol: fermentado líquido a base de estiércol fresco (vacuno, ovino, caprino), melaza y minerales como ceniza de madera o roca fosfórica.
- Té de compost: infusión aireada de compost maduro que extrae nutrientes y microorganismos al agua.
- Lixiviado de lombriz: líquido que se drena naturalmente de los sistemas de lombricultura, rico en ácidos húmicos y fúlvicos.
Ventajas principales:
- Alta velocidad de absorción: al aplicarse de forma foliar o en riego, los nutrientes ingresan rápidamente por hojas y raíces.
- Corrección de deficiencias nutricionales: especialmente de nitrógeno, potasio, magnesio y micronutrientes.
- Estimulación fisiológica: inducen la producción de fitohormonas como auxinas y giberelinas, promoviendo un crecimiento vigoroso.
- Refuerzo fitosanitario: algunos fermentados poseen metabolitos con efecto antifúngico y bactericida natural.
- Bajo costo de producción: pueden elaborarse en la finca con insumos locales.
Usos recomendados:
- Aplicación foliar: para corregir deficiencias puntuales o en fases de alta demanda como floración y fructificación (dosis habitual: 1–3 % en agua).
- Fertirrigación: inyección en sistemas de riego por goteo para nutrir y activar la microbiota del suelo.
- Tratamiento de semillas: inmersión en soluciones diluidas para favorecer la germinación y vigor inicial.
Ejemplo práctico: En cultivos de lechuga, la aplicación foliar de biol al 2 % cada 15 días incrementó el peso comercial en un 22 % y mejoró el color y textura de las hojas.
Beneficios de los biofertilizantes
Los biofertilizantes ofrecen múltiples ventajas, entre las que destacan:
- Corrección rápida de deficiencias: especialmente en su versión líquida, permiten una absorción directa a través de hojas y raíces.
- Eficiencia en condiciones adversas: útiles cuando el suelo está frío, saturado o con pH extremo.
- Mejora de la calidad de cosecha: aportan nutrientes que inciden en el color, sabor y tamaño de frutos.
- Aumento del rendimiento: complementan la fertilización de base, optimizando la producción.
- Estimulación del metabolismo vegetal: activan la fotosíntesis y la síntesis de reservas.
- Sostenibilidad: reducen la dependencia de insumos químicos y la contaminación ambiental.
Cómo producir biofertilizantes en casa
Producir biofertilizantes en casa es posible utilizando insumos accesibles y técnicas sencillas.
Materiales necesarios
- Recipiente plástico con tapa de 50–200 L.
- Melaza o panela (fuente de energía).
- Microorganismos iniciales (lixiviado de compost, microorganismos de montaña).
- Agua no clorada.
- Restos vegetales, estiércol fresco o humus de lombriz.
Preparación de biofertilizante sólido
- Seleccionar compost maduro o humus como base.
- Añadir microorganismos benéficos y minerales como roca fosfórica.
- Humedecer y tapar para fermentar durante 15–20 días, removiendo cada 3 días.
Elaboración de biofertilizante líquido (biol)
- Llenar el recipiente hasta 2/3 con agua.
- Incorporar estiércol fresco, melaza y microorganismos activadores.
- Tapar dejando salida para gases de fermentación.
- Fermentar 30–45 días, removiendo semanalmente.
- Filtrar antes de aplicar.
Aplicación de biofertilizantes en cultivos
| Tipo de biofertilizante | Método de aplicación | Frecuencia | Dosis recomendada |
|---|---|---|---|
| Micorrizas | Al trasplante | Una vez | 5–10 g/planta |
| Biol | Foliar y al suelo | Cada 15 días | 1–2 L/20 L agua |
| Compost/humus | Incorporado al suelo | Cada ciclo | 2–5 kg/m² |
Recomendaciones:
- Aplicar en horas frescas del día.
- Evitar el uso simultáneo con fungicidas químicos que puedan eliminar los microorganismos.
- Mantener los productos en lugares frescos y protegidos de la luz directa.