El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo. Su aroma acompaña mañanas, reuniones y sobremesas en casi todos los rincones del planeta. Sin embargo, detrás de cada taza hay una realidad poco visible: toneladas de posos de café que terminan en la basura. De los más de 10 millones de toneladas que se producen cada año, cerca del 60% se convierte en residuo.
Este aparente desecho encierra un enorme potencial. Un proyecto impulsado en la Universidad de Granada por la estudiante de Biotecnología Sandra Ortega explora cómo darle una segunda vida a los posos de café mediante la acción de un hongo capaz de transformarlos en compuestos de gran valor para la industria y el medio ambiente.
Los posos de café: un problema convertido en oportunidad
El residuo que se genera al preparar café suele considerarse basura. Sin embargo, en términos químicos, los posos están repletos de grasas, azúcares complejos, antioxidantes y fibras vegetales. También contienen lignina, celulosa, hemicelulosa y fenoles, sustancias difíciles de degradar y que, en altas concentraciones, pueden resultar tóxicas.
La pregunta que guió este trabajo académico fue sencilla y a la vez poderosa: ¿qué pasaría si esos restos se utilizaran como materia prima para obtener productos útiles?.
Trametes versicolor: el hongo que descompone lo imposible
La respuesta vino de la biotecnología. Sandra Ortega eligió el hongo Trametes versicolor, conocido por su capacidad para degradar materiales lignocelulósicos gracias a las enzimas que produce, como lacasas y peroxidasas. Estas enzimas tienen aplicaciones ya conocidas en sectores como la farmacéutica, la descontaminación de aguas o la fabricación de bioplásticos.
En los ensayos de laboratorio, el hongo fue alimentado con posos de café como fuente principal de carbono. El resultado fue sorprendente:
- Liberación de azúcares reductores, que pueden servir de alimento para otros microorganismos industriales.
- Producción de melanoidinas, compuestos con propiedades antioxidantes aprovechables en sectores como la alimentación y la cosmética.
De esta forma, lo que antes era un desecho sin valor se transformó en materia prima con múltiples posibilidades de aplicación.
Hacia sistemas de cocultivo y economía circular
El siguiente paso en la investigación apunta a los cocultivos, es decir, sistemas donde Trametes versicolor degrade los residuos y otros microorganismos aprovechen los compuestos liberados para producir biosurfactantes y otras moléculas de alto valor.
Esto abre la puerta a aplicaciones prácticas como:
- Detergentes ecológicos que sustituyen químicos contaminantes.
- Soluciones de biorremediación para limpiar suelos y aguas afectadas por la polución.
- Ingredientes funcionales para la industria cosmética y alimentaria.
El modelo encaja perfectamente en los principios de la economía circular, donde los residuos se convierten en recursos y se cierra el ciclo de producción con beneficios ambientales, económicos y sociales.
Un cambio de mirada: del desecho al recurso
Este proyecto va más allá del laboratorio. Representa una forma distinta de entender los residuos cotidianos. El café, presente en millones de hogares, restaurantes y oficinas, genera toneladas de restos cada día. Si se canalizan hacia procesos de biotecnología como este, se podría reducir la presión ambiental, generar valor económico y abrir nuevas oportunidades de innovación.
De hecho, iniciativas similares comienzan a surgir en otros países, donde los posos se utilizan para fabricar fertilizantes, materiales de construcción o biocombustibles. El trabajo de la Universidad de Granada aporta una pieza más a este rompecabezas global: demostrar que la biotecnología puede convertir un problema ambiental en una solución sostenible.